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Pescadería Ernesto Prieto: al rico salmonete

Salmonetes de roca

Sentimos veneración por los salmonetes, y siempre hay un rincón relevante en nuestros mostradores del Mercado de Chamartín para ofrecer los salmonetes de roca más frescos y vistosos. Y hemos escogido al gran Gordon Ramsay –el chef más mediático y un acumulador insaciable de estrellas Michelín- para una receta con salmonetes, en una versión muy mediterránea, tal y como se merece tan delicado pescado.

Salmonetes en risotto

Resulta curioso que el salmonete, el pescado con el nombre menos rimbombante sea uno de los productos del mar con más personalidad y que mayor prestigio haya conseguido entre los restauradores. Sea por su llamativa coloración, con tonos rojizos y anaranjados, sea también por su delicado sabor, se ha hecho por méritos propios con un lugar en la alta cocina.

Pero esto no es una novedad, tanto griegos como romanos apreciaban el salmonete por su agradable sabor. Además, lo mitificaron por su capacidad de adquirir tonalidades más fuertes e intensas a medida que se acerca el momento de su muerte, y parte del espectáculo de su consumo en las mesas grecorromanas era servirlo vivo para observar esta mutación en sus tonalidades. Ya se sabe, no siempre la cuna de la civilización acertaba en sus modos y maneras.
Lomos de salmonetes

La carne de este pescado es firme, blanca y de un excelente sabor. Se consume entero y cocinado, tanto a la plancha como asado o frito, pero siempre tras eliminar sus agallas y sus escamas.
Se aconseja cocinar los salmonetes de menor tamaño fritos, mientras que los mayores resultan exquisitos a la plancha o asados al horno con un poco de aceite de oliva o en papillote.

Si se desea intensificar el sabor del plato se pueden preparar los salmonetes al azafrán, a la menta o con un poco de mantequilla y limón. Las verduras salteadas a la plancha o en pisto son un buen acompañamiento para este pescado. Incluso pueden emplearse unas hojas de lechuga para envolver al salmonete antes de introducirlo en el horno.


Receta de salmonetes con tomates, aceitunas y anchoas
Salmonetes a la manera de Gordon Ramsey

Ingredientes (4 personas):
4 salmonetes grandes (aprox. 300 g cada uno)
3 cc. de aceite de oliva
200 g de tomates cherry
100 g de aceitunas negras deshuesadas
3 anchoas en aceite de oliva
Zumo de limón
Albahaca

 

Pide en la pescadería que preparen los salmonetes en mariposa, es decir, que les quiten la espina y los abran de modo que los dos filetes queden aún unidos por la piel, o hazlo tú si es que dominas esta técnica. Limpiar el pescado y secar con papel de cocina.

Calentar una sartén grande con el aceite. Sazonar el pescado y freír 1½ minutos con la piel hacia abajo. Darle la vuelta y cocinarlo por el otro lado 1-1 ½ minutos. Pasar a un plato y mantenerlo caliente.

Echar los tomates cherry, cortados por la mitad, en la sartén y añadir las aceitunas, en rodajas, y las anchoas. Mezclar a fuego alto durante un par de minutos.

Añadir un poco de zumo de limón y cocinar hasta que los tomates se hayan ablandado un poco.

Mezclar con la albahaca e inmediatamente repartir en platos calientes, colocando el pescado encima, con la piel hacia arriba, y servir enseguida.

Receta de Gordon Ramsay en la web MeGustaCocinar


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Pescados y mariscos vivos

 

Carnes Cesáreo Gómez: Picadillo, el sabor de lo artesanal

Pocas preparaciones como el picadillo nos llevan a los sabores de pueblo, a esas comidas que quizás no tengan el ornato de las grandes recetas, ni la presentación, ni se les hace grandes discursos. Pero, con todo, el picadillo, y aún más el picadillo de cerdo ibérico, es uno de los manjares para solventes que se echarse a la boca, y también el más difundido por la geografía española y sudamericana, con el valor añadido de su bajo coste. Llámese zorza, en Galicia, dígase prueba en Extremadura, o jijas, o chichas…, el picadillo sabe a fiesta, a romería, a buen comer sin remilgos.
Prueba de cerdo ibérico

Dicen que su origen estaba en calibrar el aliño de las preparaciones para los chorizos de la matanza. Chorizos que se rellenaban, y así se sigue haciendo, con una mezcla picada de carne de cerdo magra en mayor proporción y grasa en mucha menor medida, que se aliña con sal y pimentón. Para valorar el punto de la mezcla, y antes de embutirlo en las tripas para su curación, se realizaba una prueba, salteando parte de la mixtura, de tal forma que se valoraba al mismo tiempo que se mataba el hambre de la jornada.

Pues esta prueba se convirtió en un plato per se, que ha dado lugar a multitud de recetas, pues la imaginación y el uso del picadillo van de la mano.

Esta vez hemos escogido una elaboración sencilla, pero gustosa del gran Iñaki Oyarbide


Receta de patatas rellenas de picadillo
Patatas rellenas de picadillo

Ingredientes:
4 patatas
400 g de picadillo de cerdo ibérico
50 g de mozzarella de búfala
4 huevos de codorniz
1/4 dl de aceite de oliva virgen
Pimentón dulce y picante

Cocemos las patatas con la piel.

Ponemos el picadillo en una sartén. Lo salpimentamos y le ponemos también un poco de pimentón(mitad dulce, mitad picante). Añadimos aceite de oliva y lo salteamos.

Abrimos las patatas por la parte plana. Las vaciamos (sólo una parte en el centro) y las colocamos en una fuente de horno.

Por otro lado freímos unos huevos de codorniz.

Rellenamos las patatas con el picadillo y les ponemos el queso encima.

Gratinamos en el horno durante 5 minutos a 240º C.

Servimos y ponemos el huevo encima de cada patata.

Receta de Iñaki Oyarbide en CanalCocina


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Pescadería Ernesto Prieto: mejillones

Mejillones de roca

Los mejillones han sido un producto muy apreciado a través de la historia. Está documentado que los ya los romanos consumían mejillones a gran escala. Los cultivaban recogiéndolos en sus criaderos y luego los llevaban a otros emplazamientos para su reproducción. En la Edad Media, los árabes no los supieron apreciar, pero posteriormente, en época de Felipe II, es conocido que su cocinero, el gallego Martínez Motiño, los preparaba para el monarca.

El mejillón es uno de los mariscos que más abunda en todo el mundo, se le conoce tanto en el hemisferio Norte como en el Sur, donde en algunos países recibe el nombre popular de choro.  Sus usos en la gastronomía también son abundantes, ya que se pueden cocinar hervidos, asados, fritos o en vinagretas. En Francia, por ejemplo, los mejillones son el ingrediente principal del plato tradicional Éclade des Moules; en Turquía, los mejillones se sirven con cerveza o raki; en Holanda y Bélgica se los acompaña con patatas fritas; en China, la cocina cantonesa los sirve en un caldo de ajo fermentado con habas negras; en Nueva Zelanda se sirven con una vinagreta picante de chili; en Italia forman parte, entre otros, de un plato típico que se sirve con pasta y otros mariscos, y finalmente, en España se consumen mejillones en multitud de recetas: cocidos al vapor con limón, en escabeche, con tomate, como ingrediente de ensaladas u otros platos, con arroz, a la marinera, a la vinagreta, tapas de mejillones, etc.
Mejillones

Respecto a su composición nutricional, destaca su aporte de proteínas, aunque algo menor que el resto de moluscos, y es un alimento especialmente rico en hierro comparado con muchas carnes y pescados. Puede ser, por tanto, un complemento de la dieta ideal en caso de anemia. De hecho, las grandes posibilidades culinarias son una ventaja; se pueden consumir cocidos al vapor con limón, en escabeche, con tomate o como ingrediente de ensaladas u otros platos.

Una curiosidad que no todo el mundo conoce es que las barbas de los mejillones no son suciedad ni algas ni restos de las cuerdas de las bateas, son parte de su cuerpo. Los mejillones crean y usan estas barbas para agarrarse con firmeza a las rocas, de tal forma que ni la fuerza de las corrientes ni la fuerza de las olas pueden despegarlos. Estas barbas están presentes gran parte de los moluscos bivalvos y son formadas por numerosos filamentos, llamados bisos.


Receta de mejillones a la siciliana
Mejillones a la siciliana

Ingredientes (4 personas):
1 kg de mejillones desbarbados y limpios
1 cebolla picada
1 diente de ajo picado en trocitos muy pequeños
2 cucharadas soperas de concentrado de tomate
200 ml de vino blanco
Cayena molida (al gusto)
Perejil picado
Sal

Lo primero es limpiarlos (si no los hemos comprado ya limpios), tenemos que quitarles las «barbas» y la suciedad que puedan tener pegadas, dejarlos lo más lisos posible.

Los lavamos con agua debajo del grifo y los colocamos en una cazuela. Los tapamos y los ponemos a fuego medio, (sin añadir nada de agua) irán haciéndose al vapor con el agua que van soltando. Sabremos que están listos cuando se hayan abierto.

En otra cazuela o sartén con un poco de aceite salamos la cebolla y la doramos a fuego lento, cuando esté lista, añadimos el ajo y lo dejamos un par de minutos.
A continuación, cuando haya cogido color añadimos el vino blanco.

Dejamos que empiece a cocer a fuego suave y entonces añadimos el concentrado de tomate, echamos cayena al gusto y corregimos de sal.

Cuando el vino se haya evaporado y la salsa se haya espesado añadimos el perejil picado.

Por último, incorporamos los mejillones y mezclamos para que la salsa quede bien repartida. ¡Y listo!

Nota: El concentrado de tomate se utiliza en muchas recetas italianas, pero no es demasiado fácil de encontrar. Si lo preferís podéis utilizar 4 ó 5 tomates pelados y cortados en trocitos e incorporarlos según os cuento en la receta. Tardará algo más en hacerse, pero os quedará muy buena.

Receta de la web ElGatoMarcelo


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Pescados y mariscos vivos

Pescadería Ernesto Prieto: salmón, un valor en alza

Salmón, pescado en alza

Según el EUMOFA  (Observatorio Europeo del Mercado de la Pesca y la Acuicultura) el salmón es el pescado consumido con una tendencia más alcista dentro de los habitantes de la Unión Europea.

Su popularidad no deja de sumar adeptos, incluso este organismo ha detectado un fenómeno curioso y bastante sorprendente. Entre los encuestados, un buen porcentaje no se pasaría al vegetarianismo si eso significase eliminar de sus menús el salmón. Es decir, para ciertos consumidores el salmón es la frontera que no cruzarían, a pesar de que les gustaría adoptar un régimen vegetariano.

En muchos países el consumo de salmón se identifica con “progreso” y “futuro”, conceptos que se utilizan en el discurso de los defensores de la dietas veganas. Japón difícilmente prescindiría de su anaranjada carne cuando ya es un ingrediente estrella de la comida más popular, el sushi, mientras que en los países escandinavos – el paradigma de sociedad avanzada y respetuosa con el medio ambiente-, el salmón es epicentro de sus dietas. Sin quererlo, este pescado se ha convertido en uno de los pocos alimentos que parece contentar a todos.
Versátil salmón

Para el Observatorio Europeo del Mercado de la Pesca y la Acuicultura las razones de semejante protagonismo son: asequibilidad, variedad de prestaciones, falta de un sustituto claro y la disponibilidad a lo largo de todo el año; todo unido convierte al salmón en la proteína perfecta, incluidos los que quieren evitar las proteínas animales. De tal forma,  el consumo medio anual de salmón en la Unión Europea es de 2 kilogramos por habitante, y no para de incrementarse. Así el ranking de países consumidores de salmón de piscifactoría lo lidera Francia, seguido de Alemania, Reino Unido, Italia y España, que alcanza los 1,5 kilos por persona.

De alimento de lujo reservado para las ocasiones más importantes, como Navidad o Fin de Año, el salmón ha devenido poco a poco a estar disponible en cualquier estación, en grandes cantidades y a precios razonables en cualquier mercado.

Y es, sin duda, su versatilidad la razón más poderosa que justifica esa tendencia alcista. No hace falta ser un “arguiñano” para interactuar en la cocina con este pescado, la bondad de su carne nos permite elaborarlo a capricho: plancha, brasa, frito, rebozado, tartar, hamburguesa, ahumado o…

Receta de salmón marinado
Forma de marinar salmón fresco

Ingredientes para (4-6 personas):
1 filete de salmón de 1kg, limpio sin espinas pero con la piel. Cortado en 2
60 gr de sal
40 gr de azúcar
Pimienta blanca molida
1-2 manojos de eneldo fresco

Como el salmón, no va a cocinarse, lo primero que tenemos que hacer es congelarlo, y mantenerlo congelado durante unas 72 horas, es importante que congelemos, el pescado, ya limpio, sin vísceras.

Mezclamos, la sal, el azúcar y la pimienta en un bol.

En una placa, ponemos un poco de papel de horno y ponemos un par de cucharadas de la mezcla sobre el papel, y sobre éstas el eneldo.

Colocamos una de las partes del salmón, con la piel sobre el eneldo.

Espolvoreamos un par de cucharadas sobre el lomo y ponemos más eneldo.

Sobre todo ello vertemos el resto de la mezcla de sal, azúcar y pimienta.

Ponemos la otra mitad del salmón, esta vez con la piel hacia arriba y tapamos con un papel de horno.

Colocamos un objeto con peso encima.

Ahora lo dejaremos en la nevera, de 2 a 3 días aproximadamente, dependiendo del grosor del salmón, una vez listo lo sacamos, y retiramos, de la placa, veréis que hay liquido, es normal, para quitar, la sal y demás, lo haremos con un poco de papel, nunca con agua.

Ya solo tenemos que cortarlo muy finito y disfrutarlo, ya sea con una salsa de mostaza o, simplemente, con un poco de pan.

Receta de la web CocinaConPoco


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Pescados y mariscos vivos

Receta de lomo de salmón al horno con miel, mostaza de Dijon y piña

Salmón fresco al horno

Forma sencilla de preparar el salmón pero que se consigue un resultado elegante. Porque comer sano no tiene que estar peleado con una puesta en escena relevante, y el salmón es tan agradecido que bastará un poco de tacto al cocinarlo para alegrarnos cualquier comida o cena.

Ingredientes (4 personas):

600 gr. lomos de salmón noruego fresco, sin espinas ni piel
1 pieza limón
4 cc. Miel
2 cc. mostaza de Dijon
1/2  piña
1/2 pieza guindilla roja
Aceite de oliva
Sal
Pimienta

 

Precalentar el horno a 175 grados.

Mezclar la miel, el zumo de limón y la mostaza de Dijon en una cacerola a fuego lento.

Añadir sal y pimienta a los lomos de Salmón Noruego y colocarlo en una bandeja de horno previamente engrasada con aceite de oliva.

Pelar y cortar la piña en trozos pequeños, quitando el tallo duro. Mezclar los trozos de piña con la guindilla picada y esparcir los ingredientes alrededor del lomo.

Untar el salmón con la mezcla previamente realizada. Hornear durante 20 minutos.

Servir con arroz hervido.

Receta de la web Mar de Noruega


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Pescados y mariscos vivos

Receta de cerdo agridulce

Auténtica receta de cerdo agridulce

El cerdo agridulce pasa por ser el plato más conocido en el mundo occidental de la gastronomía china. Quizás no sea la mejor elaboración de la sofisticada cocina oriental, ni la más elaborada, pero es sin duda el único plato que pone de acuerdo a los comensales en una visita al restaurante chino.

No te dejes impresionar por el listado de ingredientes, se consiguen fácilmente y nos asegurarán un resultado de nota.

Ingredientes:
500 gr de panceta de cerdo fresco cortada en cubos
4 rodajas de piña en almíbar
2 pimientos verdes en rombos
2 pimientos rojos en rombos
1 cebolla roja en cuadrados

Para la salsa:
100 gr de vinagre de arroz
90 gr de azúcar
4cs de kétchup
1cs salsa perrins
1cs de mostaza
Sal
Colorante para paella
1cc de maicena

Para la marinada:
½cc sal
½cc pimienta blanca
1 gota aceite de sésamo
¼cc 5 especies
1cc de vino de jerez
2cs de harina
2cs maicena
2 huevos

Primero ponemos todos los ingredientes de la marinada, menos el aceite de sésamo, junto con el cerdo en un bol, removemos bien con la mano hasta que se ha formado una pasta homogénea alrededor del cerdo y dejamos que marine 1 hora.

Mientras juntamos todos los ingredientes de la salsa agridulce excepto la maicena, lo ponemos al fuego y cuando levante hervor retiramos y dejamos que enfríe, una vez frío disolvemos la maicena.

Calentamos una sartén con abundante aceite, freímos el cerdo hasta que tenga un bonito color dorado, luego retiramos y en el mismo aceite freímos brevemente los pimientos y la cebolla. Cuanto retiremos los pimientos escurrimos la sartén de aceite, añadimos la salsa agridulce, la piña y cuando empiece a hervir le añadimos los pimientos y el cerdo, removemos hasta que los ingredientes han absorbido la salsa , le añadimos el aceite de sésamo y retiramos del fuego.

Antes de servir se puede decorar con un poco de semillas de sésamo espolvoreadas.

Receta del restaurante Kimtxu


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Receta de medallones de avestruz a la mostaza dulce

Carne de avestruz a la mostaza

La carne de avestruz se presenta como una perfecta alternativa gastronómica para elaborar platos cárnicos. Su carne es roja, suave, deliciosa, rica en proteínas; su aspecto, textura, color y sabor permite elaboraciones muy semejantes a las que se realizan con carne de vacuno. Sólo hay que tener en cuenta que, como apenas tiene grasa, el tiempo de cocción debe ser menor.

Ingredientes:
4 medallones de avestruz de unos 150 gr. cada uno
4 cucharadas de aceite
4 cucharadas de mostaza de grano
3 cucharadas de azúcar moreno
½ vaso de caldo concentrado de carne
zumo de limón

Para la guarnición:
2 cebollas
2 cucharadas de azúcar moreno
2 cucharadas de aceite o mantequilla
1 cucharada de mostaza de grano
1 cucharada de vinagre

Cortar las cebollas de la guarnición en rodajas finas y colocarlas en un recipiente apropiado con el azúcar, la mantequilla, el vinagre, la mostaza y un poco de sal. Cocer tapado a fuego flojo hasta que empiecen a caramelizarse (o 7 minutos en el microondas) y evaporar el exceso de líquido al fuego y reservar al calor.

Hacer un rulo grueso con la carne, atar el trozo con cuerdas cada 5 cm., para darles forma redondeada, y cortar entre atado y atado, en forma de medallones. Calentar el aceite en una sartén de hierro y cuando esté muy caliente, hacer la carne 3 minutos por un lado y 2 por el otro. Quitar la cuerda.

Reservar la carne y disolver el jugo sobrante con el caldo de carne, el zumo de limón y una cucharada de mostaza. Poner la salsa en el plato caliente y colocar encima los solomillos, pintarlos con una buena capa de mostaza, espolvorearlos de azúcar y caramelizarlos con la plancha. Servir con la cebolla confitada.

Consejo: Si la cebolla confitada se hace con azúcar blanco, sale más dorada.

Receta de la web Semana


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Pollería Selecta Hermanos Gómez

Pollería Hermanos Gómez: receta de pollo a la Marengo

Pollo a la Marengo

El pollo a la Marengo es el resultado de la combinación del ingenio de un cocinero, el ansia de un emperador y los daños colaterales de los actos bélicos. Todo ello dio como consecuencia una receta que ya tiene su espacio propio en la gran cocina internacional.

Nunca es fácil datar el origen de las recetas, pero hay casos excepcionales que nos permiten poner la fecha exacta del nacimiento de un guiso concreto. Este es el caso del pollo a la Marengo, cuya creación se realizó el 14 de junio de 1800, ni un día más ni un día menos.

Su historia comienza en la mañana de ese día, cuando los ejércitos de Napoleón estaban en plena refriega con las tropas austrohúngaras en las inmediaciones de Marengo, en el Piamonte italiano. Los choques, que se prolongaron a lo largo de la jornada, habían destruido las cocinas de campaña que abastecían al estado mayor francés, dejando sin comer al general, que al final de la batalla instó a su cocinero a que se las ingeniase para preparar una comida que saciase su hambre.

A éste no le quedó más recurso que organizar una batida entre las granjas desperdigadas para hacerse con algún producto que le permitiese “crear”. De lo poco que había dejado la contienda pudieron reunir gallinas, algo de pan, huevos, tomates, champiñones, cangrejos, aceite y vino blanco de la zona.

Con todo ello preparó un guiso que pasaría a la historia gastronómica con el nombre de pollo a la Marengo, que a pesar de la internacionalidad que alcanzaría posteriormente no dejaba de ser lo que podía considerarse como cocina de aprovechamiento.


Receta de pollo a la Marengo
Pollo a la Marengo

Ingredientes:
1 kg y 300 g de pollo, cortado en trozos
8 cigalas
4 huevos
1 vaso de vino blanco seco
2 tomates
2 dientes de ajo
perejil picado
caldo de verduras
picatostes
aceite
mantequilla
sal
pimienta

En una sartén, tres cucharadas de aceite de oliva y, a fuego fuerte, dorar el estofado de pollo.

Mientras tanto, en una cacerola, caliente dos cucharadas de aceite de oliva con los dientes de ajo aplastados, después de un minuto añadir el estofado de pollo, los tomates pelados, eliminadas las semillas y cortados en cubos, cocinar, regar todo con el vino y dejar que se evapore.

Añadir poco a poco el caldo de verduras caliente.

Mientras tanto, en una sartén sin ningún condimento saltear las cigalas sin pelar, regar con unas cucharadas de vino hasta que se evapore. Salpimentar.

Saltear en mantequilla los picatostes y freir los huevos.

Emplatar el estofado de pollo en un plato, retirar el ajo, naparlo con la salsa y contornear con huevos fritos alternando con las cigalas peladas.

Espolvorear todo el perejil picado y servir con trocitos de pan por separado.

Receta de Il Cucchiaio d’Argento

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Pescadería Ernesto Prieto: receta de lasaña de bonito con pisto

Receta de lasaña de bonito del Norte

¿Que nos ha traído el verano?  Vacaciones, descanso, sol, playa, rebajas… NO. Nos deja el bonito del norte, un apreciado túnido con todas sus bondades nutricionales y con un historial culinaria soberbio: guisado con patatas, estilo marmitaco, encebollado, cocido en una salsa -de tomate, la más popular-, en rollo, al vacío o marcado brevemente en la plancha… con su carne sabrosa y su textura suave.
Bonito del Cantábrico

Esta vez le traemos una preparación de esas que se puede catalogar «mar e monti», pues armoniza lo mejor del mar con las excelencias de la huerta:


Receta de lasaña de bonito con pisto
Lasaña de bonito del Norte y pisto

Ingredientes:
12 placas de lasaña precocinada
500 gr de Bonito
2 Bolas de queso mozzarela
Hierbas provenzales
Bechamel

Para el pisto:
1 Cebolla grande
1 Calabacín
1 Berenjena
1 Pimiento Rojo
1 kg de tomates maduros
Aceite de oliva
Una pizca de azúcar

 

Limpiamos de espinas y pieles el bonito. Picamos, sazonamos al gusto y sofreímos en una sartén con un par de cucharadas de aceite. Cuando lo veamos dorado por todos los lados sacamos a un bol.

En esa misma sartén y añadiendo un poco más de aceite de oliva, pochamos la cebolla limpia y cortada finamente.

Cuando la veamos transparente añadimos el pimiento rojo limpio y cortado en tiras finas junto con la berenjena, pelada y cortada en dados no muy grandes.

Removemos, dejamos cinco minutos a fuego lento y añadimos el calabacín limpio y sin pelar, cortado en trozos regulares pequeños. Dejamos que se haga todo el conjunto otros cinco minutos.

En este tiempo lavamos y rallamos los tomates. Pasamos esta preparación por el chino y lo vertemos directamente sobre la sartén donde tenemos el sofrito.

Removemos, sazonamos y añadimos una pizca de azúcar (para contrarrestar la acidez del tomate). Bajamos el fuego al mínimo, dejamos hacer durante veinte minutos aproximadamente. En los últimos cinco minutos añadimos el bonito que teníamos reservado. Mezclamos bien y dejamos que se termine de hacer.

Mientras, en lo que preparamos las placas de lasaña precocinadas como nos indique el envase, elaboramos una bechamel tostando en una sartén con un poco de aceite de oliva una cucharada de harina, en cuanto empiece a coger color añadimos 300 ml de leche. Removemos bien con unas varillas hasta obtener una crema sin grumos. Retiramos del fuego, sazonamos añadimos un poco de nuez moscada y removemos de vez en cuando para que no se nos forme costra por encima.

Cuando las tengamos listas, sacamos, escurrimos y colocamos cuatro placas encima de una fuente a la que habremos puesto un poco de bechamel en la base.

Cubrimos las placas con un poco de la mezcla que tenemos en la sartén. Ponemos otras cuatro placas y repetimos el proceso hasta terminar por último de colocar las últimas placas de lasaña precocinadas.

Terminamos cubriendo la lasaña con bechamel y rodajas de queso mozzarella.

Esparcimos por encima hierbas provenzales y gratinamos en el horno.

Receta de El Aderezo

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Web Pescadería Ernesto Prieto

 

Carnes Cesáreo Gómez: cocina al vacío sin vértigo

Solomillo al vacio

Los cocina se ha convertido en un mundo en permanente mudanza, donde han surgido nuevos métodos que, por lo general, mejoran el resultado final. Una de esas formas es la cocina al vacío. Vamos a intentar que cocinar al vacío nuestras carnes no te produzca vértigo, aproximándote al sistema y aportando alguna ayuda que te permita emular a una cocina profesional sin tener que hipotecar tu patrimonio para dotarte del equipamiento necesario. ¿Puedes conseguir resultados semejantes a los que los chefs profesionales logran en sus restaurantes sin arruinar tu economía o llenar tu cocina familiar de un aparataje innecesario? Rotundamente sí.

Cocer al vacío es colocar un alimento dentro de un envase (bolsa o bandeja) que sea estanco y termo resistente, extraer el aire de su interior, sellarlo herméticamente y someterlo a la acción de una fuente de calor, a la que previamente se habrá regulado la temperatura constante y el tiempo necesario para llegar a cocer el alimento.

Este método fue creado por George Praluse en 1974 buscando la forma de reducir las mermas que se producían al cocinar el foie, y logró reducir las mismas de un 20% a un 3%. ¡El método funcionaba!.

A raíz de estos resultados se constataron que tenía otras ventajas añadidas. Al margen de reducir la pérdida en el producto, al no perderse líquidos el producto no se resecaba, preservaba las cualidades dietéticas y organolépticas al conservar todas las sustancias volátiles e hidrosolubles (sobre todo los componentes aromáticos), se concentraban los sabores de adobos y marinados, se conseguían texturas más suaves, se prolongaba el tiempo de conservación…
Cocina al vacío de carne
Esta técnica de cocción es mucho más sana que los métodos tradicionales al no producir ninguna toxina cancerígena. Además, se mejoran los métodos de seguridad higiénica, se manipula menos el producto y se disminuyen considerablemente las probabilidades de contaminación al estar el producto sin oxígeno.

El primer paso es el envasado al vacío. Aquí está la primera ayuda. Cuando elijas tu pieza en Carnes Cesáreo Gómez nosotros nos encargaremos de realizar el empaquetado en bolsas al vacío, perfectamente sellado. Incluso, si nos solicitas los aditamentos con los que quieres cocinar (hierbas aromáticas, especias…) te llevarás el producto listo para la cocción.

Existen opciones más caseras, como utilizar bolsas con cierre zip o el papel film (ojo que sea apto para soportar temperatura). Ambas posibilidades funcionan, pero asumes el riesgo de que la carne quede dentro del envoltorio con parte de aire, lo que pondrá en peligro el resultado final.

Viene el momento álgido, la cocción. A falta del roner profesional, termotasto que permite crear una temperatura constante para cocinar al baño maría (artilugio genial pero sensiblemente caro, a no ser que tengas una inmensa prole, estés decidido a cocinar al vacío a toda la familia y parte del barrio o tengas la intención de abrir un restaurante clandestino), te recomendamos nuestra sonda térmica, que funciona como un perfecto termómetro y que nos servirá para avisarnos y mantener la temperatura de cocción estable.
Sonda térmica en Carnes Cesáreo Gómez
La opción más de andar por casa es utilizar una olla con mucha agua, la sonda térmica y comprobar la temperatura cada poco tiempo para ver si tenemos que subir o bajar el fuego. Con este método para cocinar al vacío hay que tener en cuenta dos cosas importantes:

  1. Cuanta mayor sea la cantidad de agua más fácil será mantener constante la temperatura.
  2. Tendremos que inventar algún sistema para que lo que el envoltorio esté sumergido pero sin tocar el fondo de la olla, ya que éste, al estar en contacto directo con la fuente de calor, estará a mayor temperatura. Colocar unas piedras en el fondo nos servirá como aislante.
    Cocina al vacío con carne

La segunda opción para cocinar al vacío, parecida a la anterior pero más refinada, es usar el bendito horno, una olla que pueda ir al horno y la sonda térmica. Lo que haremos será calentar el horno a la temperatura a que queramos el agua. Por otro lado, en el fuego ponemos a calentar el agua en la olla hasta comprobar que se ha alcanzado la temperatura que buscamos, introducimos los alimentos “envasados”, esperamos a que se estabilice de nuevo la temperatura y en ese momento metemos la olla tapada en el horno. Como dentro del horno la temperatura ambiente será la misma que la del agua será mucho más fácil mantenerla constante durante horas y no tendremos que estar comprobando a cada rato.

En general para las carnes necesita temperaturas de cocción entre 65-70ºC.

Para conseguir el punto de crujiente o dorado exterior que, naturalmente, la cocción al vacío no puede dar, se puede conseguir ese acabado tras la cocción y antes de servir, extrayendo el producto de la bolsa una vez templado y dándole un golpe de plancha para potenciar sabores y conseguir una textura más «crunch».


Receta de solomillo de ternera al vacío
Solomillo al vacio

Ingredientes (1 persona):
1 corte de solomillo de ternera
2 dientes de ajo
1 ramita de tomillo
Aceite de oliva virgen extra
Pimienta en grano y sal

Se congela un chorrito de aceite con una rama de tomillo fresco

Se mete en una bolsa de vacío junto al ajo picado, la pimienta en grano y el solomillo salpimentado y se sella.

Se mete en agua a una temperatura entre 55 y 77º durante 30 minutos

Se retira, se saca de la bolsa y se pasa unos segundos por la plancha por ambos lados.

Se sirve con un acompañamiento que, en este caso, son unas coles de Bruselas hechas al vapor.

 

Receta de El Cocinero Fiel

 

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