Del mercado a tu mesa

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Mercado, el factor humano

Es cierto que los mercados están de moda. También que hay un cierto aire de modernidad en la nueva imagen de los mercados. Por supuesto, han mejorado mucho sobre la esencia misma que tenían hace apenas unos pocos años: limpieza, iluminación, variedad, calidad… Pero, ¿Cuál es la verdadera esencia de un mercado?, ¿Cuál su verdadera diferencia respecto a la genérica compra en los “Hiper”?. Las personas.

Juan Carlos, de “Frutas Charito”, se levanta a las 3 de la madrugada cada día para conseguir las mejores frutas de Mercamadrid. Cuando se mira cara a cara con un cliente, muchas veces un amigo, tiene la certeza total de estarle ofreciendo lo mejor, lo más fresco, lo que otros no tienen.

Cesáreo y su equipo, en su puesto de carnes electas, y sin necesidad de ninguna parafernalia de marketing, tiene la seguridad de que la carne de buey gallego que está vendiendo es la mejor que se produce en nuestro país. Por tener, tiene hasta el DNI de la pieza de “Cachena” que está vendiendo. Sabe hasta su nombre. Eso es un trato de persona a persona. Eso no existe en una gran superficie.

Cuando Ernesto Prieto mira a la cara de su cliente habitual para ofrecerle una lubina, sabe que su lubina es la mejor que puede conseguirse en Madrid, la más fresca. El no vive de vender, si no de “satisfacer”. Por eso ocupa casi media planta del piso superior.  Por eso está orgulloso de su trabajo.

Hay muchas pollerías, pero cuando llegas a “Hnos. Gómez”, Ángel no te está vendiendo productos por dinero. Te están ofreciendo lo mejor, te están asesorando sobre lo que necesitas. Te están ofreciendo manjares exclusivos que se adaptan en gusto y precio a tus necesidades. Te están tratando de persona a persona.

Todo esto no ocurre en una gran superficie. Los productos y sus precios se ofrecen y venden en función al criterio demanda/beneficio inmediato, sin tener en cuenta el “factor humano”, menos rentable a corto plazo pero un patrimonio casi sagrado para cuatro empresarios del mercado de Chamartín que saben el valor de mirar a los ojos. El valor de las personas.

Pollo de caserío Luma Gorri

Pollo de caserío Luma Gorri

 

Hnos. Gómez apuesta por la recuperación de los sabores tradicionales, aquellos que recordamos de nuestra infancia y que, de nuestras papilas gustativas, pasaron a quedar impresas en nuestro cerebro. Uno de esos sabores que sin duda todos recordamos es el del pollo de caserío.

Pollos criados en praderas y con una alimentación totalmente natural. La textura de su carne es firme y jugosa con un sabor pronunciado y con el auténtico sabor del pollo de caserío.

El pollo de caserío Luma Gorri es un pollo de raza rústica, con una genética cuidadosamente seleccionada y vigilada por parte de la agrupación Lumagorri, S.L. y Fundación Kalitatea. Es un pollo robusto y con un buen desarrollo muscular. El producto sacrificado presenta una coloración amarilla dorada y homogénea en toda la superficie.

Debido a la genética y al método de crianza, los pollos no necesitan ningún medicamento durante la crianza, obteniéndose así un producto sano y sin residuos. Principalmente se crían hembras ya que éstas tienen una carne más jugosa. La textura de la carne es firme y jugosa con un sabor pronunciado y con el auténtico sabor del pollo de caserío.

El proceso productivo de los pollos de caserío Luma Gorri se extiende mediante un crecimiento lento que dura de 12 a 13 semanas. Durante este proceso de cría, la alimentación se basa exclusivamente en vegetales de grano y hierba, siendo el 60% maíz. Dicha alimentación natural, junto con la crianza en libertad, hace que los pollos de caserío Luma Gorri sean tan sabrosos.

Origen: País Vasco
Peso de la canal: 1,55 a 2,25 Kg.
Marca: Luma Gorri.