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Carnes Cesáreo Gómez: pasión cachena

Carne de raza cachena

¿Qué tiene la carne de vaca cachena que nos enloquece?. Sobre todo es su extrema calidad, pero debemos que reconocer también colabora un cierto halo de misterio que caracteriza esta raza, tanto por su características morfológicas como que el ser una especie limitada en número de ejemplares, y ya se sabe que lo escaso siempre es mucho más atractivo que la masificación.

Nuestra entrañable vaca cachena pertenece a otros tiempos. Su pequeño tamaño –de hecho, está considerada como la raza bovina más pequeña del mundo- su aspecto rústico, su descomunal cornamenta de puntas negras dirigidas al cielo en forma de lira, la expresividad de su cara con sus líneas negras alrededor de los ojos, como si la res llevase gafas de montura gruesa.
Raza cachena

Pero si los rasgos la hacen peculiar, su forma de cría intensifica, más si cabe,  el carácter de animal original. Criadas en libertad, en pastoreo constante en la singularidad de un paraje natural como son los montes gallegos, imprime carácter en la calidad de su carne. Como ocurre con el ibérico de dehesa, su movimiento permanente recorriendo las praderas infiltra la grasa en el músculo con lo que nos vamos a encontrar con piezas de gran sabor y calidad.
Documento de certificado de vaca cachena

Bien parece que todo en la vaca cachena  es originalidad, como si gritase: soy única. Lo mismo que pueden decir los escasos, y tenaces, ganaderos que han apostado por perpetuar la vaca cachena, apostando por ejemplares 100% por esta raza, sin cruces, aplicando principios artesanales, huyendo del producto industrial, controlando personalmente el proceso, desde el nacimiento del ternero hasta la entrega del producto final: una carne exquisita, que no siempre podemos ofrecer en Carne Cesáreo Gómez, pues cuando hacemos mención a esta carne la demanda poco importa, cachenas son las que son, y son inimitables.
Solomillo de vaca cachena

Las condiciones de su vida al aire libre y hábitos montaraces imprimen carácter en su carne. Nos encontramos una carne con más presencia en boca que la criada de manera intensiva,  y eso que su sabor no es más potente ni más intenso, tan solo es que sus peculiaridades de sabor están más diferenciadas en comparación con otras carnes, y es más tierna y jugosa.


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Carnes Cesareo Gómez

Receta de chuletón de cachena al estilo Robuchon

Chuleta de vaca cachena al estilo Robuchon

De la genialidad de Christophe Pais, en su mítico blog Noselepuedellamarcocina, tomamos prestada esta receta de chuletón de vaca cachena siguiendo las directrices del famoso cocinero Joël Robuchon.

Ingredientes:

Chuletón de vaca cachena
Recortes de carne de falda
Chalotas
Ajos
1 cc de aceite de oliva
2 cc mantequilla
Sal
Pimienta

 

La técnica que emplea Robuchon para asar las chuletas en cocotte es dorar a fuego medio unos restos de falda con las chalotas y un ajo encamisado junto con 1 cucharada de aceite de oliva y 2 de mantequilla. Esta fase merece atención: si se separa antes la grasa de los trozos de churrasco o falda y se dejan trozos pequeños con poca o muy poca grasa, esos trozos, que sirven en principio para hacer una salsa, acaban pudiendo comerse como una especie de torreznos de carne realmente sabrosos… Y que decir de la salsa que ayudan a hacer… es simplemente maravillosa si se siguen los pasos indicados por el maestro.

El caso es que se saca la chuleta de la nevera entre media hora y una hora antes. Se salpimenta bien por todos sus lados.

Se hace un hueco en la cocotte y siguiendo con fuego medio se pone la costilla por un lado 5 minutos si es de 450-500 gramos (la mía era de 650 gramos y la puse 6 minutos). Mientras se asa se salsea varias veces con su jugo. Se le da la vuelta y se deja el mismo tiempo salseando todo lo que se pueda. Se repite la operación otra vez, es decir se pone una vez más por cada cara. En total habrá estado 10 minutos por cada cara si es de 4oo y pico gramos y 12 por cada cara si es de 600 y pico.

Entonces se gira y se deja entre 5 y 6 por el canto que tiene grasa (el contrario al hueso).
Cuando pasa este tiempo, se pone sobre el hueso y se deja 10 minutos.

Se retira la chuleta y se pone sobre una rejilla o sobre un plato pequeño invertido sobre otro más grande, se salpimeta abundantemente y se tapa con un albal. Ojo: tapar, no envolver. Se deja descansar entre 18 y 22 minutos.

Se pone el horno a 100º. Se introducen los platos con los que se va a comer la carne y en un bol los torreznos y las chalotas que había en la cocotte.

Mientras, se retira casi toda la grasa de la cocotte, se añade medio vaso de agua fría a la cocotte y se sube la temperatura raspando con una espátula de madera. Se reduce bastante y se  cuela. Se pasa a un cacito pequeño que se mantiene caliente en el horno.

Lo hemos acompañado de un puré de berenjena, también mítico del maestro.